La verdadera transparencia.

Un concepto de actualidad que no debería ser novedad. La transparencia es o debería ser un atributo esencial en cualquier actividad, pero especialmente en la actividad púbica. Practicarla no es una cuestión coyuntural derivada de la crisis sistémica e institucional. Tiene poco valor hablar de la anécdota y no del fondo de la cuestión. Es decir, el debate público se sitúa en la percepción salarial de los políticos, cuanto de más o de menos cobra un Presidente o un Alcalde. Si la retribución del Presidente del Gobierno es de unos 75.000 euros anuales, de alguien que decide sobre un presupuesto total aproximado de 347.841.604,04 millones de euros. La desproporción e evidente de manera que la verdadera transparencia a mi juicio es el resultado de lo que decide, su grado de eficacia y de eficiencia. La verdadera transparencia es el outcome, el acierto o no de sus políticas y sus decisiones. La construcción de un mapa de indicadores reales que permitan al ciudadano medio realizar un seguimiento y analizar el impacto de las decisiones, así, por ejemplo se podría relacionar el gasto público en políticas de fomento de la ocupación y el evidente mantenimiento de la elevada tasa de paro en nuestro Estado

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